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viernes, 26 de octubre de 2012

Malkuth el décimo sephirath....2....

  Malkuth es el nadir de la evolución, pero debe ser considerado no como el último término de la falta de espiritualidad, sino como el punto de retorno de una carrera de botes. Todo bote que, en esa circunstancia, vuelva a su punto de partida sin haber dado vuelta por la boya indicadora, es descalificado. Lo mismo es para el alma. Si intentamos evadirnos de las disciplinas materiales antes de haber aprendido sus lecciones inherentes, no ascenderemos al cielo, sino que veremos detenerse nuestro desarrollo. Son estos desertores espirituales los que vemos ir de una a otra de las innumerables organizaciones inspiradoras que nos vienen del Extremo Oriente o del Extremo Occidente. En un idealismo barato, buscan una excusa que les permita escapar a las rigurosas leyes de la vida. Éste no es un medio para avanzar, sino una segura condición para retroceder. Tarde o temprano, uno se ve obligado a enfrentarse con el obstáculo y franquearlo, si se puede. La vida nos reúne desde entonces y siempre, y hace uso del látigo o del aguijón de la enfermedad psicológica; los que no quieren afrontar la vida se disocian, y esta disociación es la causa de la mayor parte de los males que figuran en nuestra herencia.    Si estudiamos las lecciones de la historia, veremos que arrojan una luz sobre los problemas espirituales y morales, desde un ángulo completamente imprevisto. Comprobamos que toda civilización, toda inspiración, vienen del Este, hecho que aquellos que han nacido en el Oriente o que siguen una tradición oriental no dejan de citar orgullosamente, agregando que el Occidente debe arrodillarse ante el Oriente si quiere aprender las lecciones de la vida.    En verdad, no se puede negar que hay muchas cosas, especialmente lo concerniente a los aspectos más ocultos de la psicología, que el Oriente conoce mucho mejor que el Occidente y que le convendría aprender; pero tampoco se debe negar que, habiendo nacido en Oriente, la evolución ascendente ahora se halla en el Occidente, y que para todo progreso en el arte de vivir en este planeta terrestre el Oriente debe mirar al Occidente, a menos que se contente con retroceder al nivel de la vida de la rueca y el huso. En efecto, no hay que olvidar que el nivel primitivo de la muerte corre pareja con el nivel primitivo de la vida. Una cultura netamente primitiva sólo puede sostener a una población rala. Mucha gente morirá, sobre todo los más viejos y los más jóvenes. Cuando volvemos a la Naturaleza, ella nos hace sentir su ley, de garras y colmillos. Cuando en la Tierra los seres humanos son muy numerosos, ella los hace desaparecer rápidamente por la peste y el hambre. El sistema sanitario de los blancos hace parte de la civilización blanca. Absteniéndose de toda acción, indudablemente, uno se liberta más rápidamente de la limitación del cuerpo que si se abstuviera de la limpieza necesaria en un país o pueblo muy poblado.    Los griegos comprendieron el principio de Malkuth mejor que ninguna otra raza, y fueron ellos los pioneers de nuestra cultura europea. Nos enseñaron a ver la belleza en la proporción y en la función perfecta, y en ninguna otra parte. El friso de figuras que decora una urna griega bastó para elevar el espíritu de Keats a la contemplación de la Verdad y la Belleza ideales. No hay un ideal más elevado de contemplación para una inteligencia limitada, porque en él la Ley y los Profetas se levantan mucho más arriba de las severas restricciones Mosaicas, llevándolo a un ideal que inspira a seguirlo.    Durante el último milenio, la civilización se ha desarrollado en la Esfera de Malkuth. No tenemos necesidad de ningún astrólogo para darnos cuenta de que la Gran Guerra (l9l4-l9l8) marcó el fin de una época, y que nos encontramos en el amanecer de un nuevo período. Según la doctrina cabalística, el Rayo Zigzagueante, en su marcha descendente por el Árbol, habiendo alcanzado su punto terminal en Malkuth, se ve remplazado por la Serpiente de la Sabiduría, cuyas espirales forman la ascensión inversa, hasta que su cabeza alcanza a Kether. El Rayo Zigzagueante representa la involución de una fuerza inconsciente que construye los planos de la manifestación, pasando de lo activo a lo pasivo e inversamente, para matener el equilibrio. La Serpiente enroscada en los Senderos representa la aurora de la conciencia: es el símbolo de la Iniciación; en el sendero que siguen los Iniciados, precediendo su época, la evolución se pone en marcha, conduciendo con ella a la raza. Ahora comienza a ser algo corriente para el hombre común, lo que en otras épocas sólo hacía el Iniciado.    Vemos que el punto ascendente de la evolución comienza a surgir de Malkuth y se dirige a Yesod. Eso significa que la ciencia, tanto la pura como la aplicada, comienza a sobrepasar los dominios de la materia inanimada y a tener en cuenta el lado psíquico y etérico de las cosas. Esta frase de transformación a nuestro alrededor es visible para aquellos que saben leer el signo de los tiempos. Por último, y no sin resistencia, la vemos hacerse sentir en la fisiología y en la psicología, que se aferran obstinadamente a una explicación materialista del mundo en particular en los procesos vitales, aun mismo después de la física, que trata de la materia inanimada, ha debido abandonar esa posición materialista y hablar en términos de matemáticas.    La oculta visión de Malkuth en los cuatro Elementos nos da una preciosa clave. Tal como nos es conocida, deberíamos ver la materia como siendo la Tierra de Malkuth. Los diferentes tipos de actividad fisica en las masas o moléculas pueden ser clasificados en los dos rubros del anabolismo y catabolismo, es decir, construcción y destrucción de los sistemas: dicho en otras palabras correspondientes al esoterismo, pueden ser considerados como el Aire y el Agua de Malkuth; y todo lo que la filosofía oculta o la mitología pagana pueden decir de esos dos elementos será aplicable a este doble proceso o función metabólica. El Fuego de Malkuth es ese sutil aspecto electromagnético de la materia que la une a los fenómenos de la consciencia y de la vida, a los cuales se refieren todos los mitos de la vida.    Cuando se admite este principio de clasificación, la terminología de los alquimisttas resulta menos abstrusa y absurda, porque entonces se ve que en realidad la clasificación de cuatro Elementos se refiere a cuatro modos de manifestación en el plano físico. Esta manera de clasificar es de gran valor, porque permite comprender rápidamente la relación y la correspondencia entre el plano físico y los procesos subyacentes de la vida. Es particularmente importante para el estudio de la fisiología y de la patología, y su aplicación práctica es una clave capital de la terapéutica. Los físicos más avanzados comienzan a percibir una ruta hacia esas nociones desconocidas, y actualmente las clasificaciones de Paracelso son citadas por algunas autoridades médicas. Se presta atención al nuevo concepto de la diátesis, o predisposición constitucional. También la psicoterapia advierte que la antigua clasificación en cuatro temperamentos le da indicaciones útiles, y que el éxito no sigue un trato uniforme en todos los casos dados; como tampoco los mismos resultados no acompañan siempre las mismas causas en la región del espíritu, pues interviene el temperamento, el cual modifica los efectos. Por ejemplo, la apatía, para un temperamento flemático, puede significar sólo un profundo aburrimiento; mientras que en el mismo grado, en un temperamento sanguíneo, significa el aniquilamiento de toda la personalidad. Las analogías entre las cosas físicas y las mentales pueden conducir a grandes errores; mientras que, a la inversa, las analogías entre las cosas mentales y físicas pueden engendrar una gran luz.    Los cuatro elementos corresponden a los cuatro temperamentos, tal como lo describe Hipócrates; las cuatro serie del juego del Tarot, los doce signos del Zodíaco y los siete Planetas. Si se elucida cuidadosamente el contenido de esas indicaciones, se verá que contienen claves de gran importancia. El Elemento Tierra correspnde al Temperamento flemático: a la serie de Oros, a los Signos de Tauro, Virgo y Capricornio; al planeta Venus y a la Luna. El Elemento Agua corresponde al Temperamento Bilioso: a la serie de Copas, a los signos Cáncer, Escorpio y al planeta Marte. El Elemento Aire corresponde al Temperamento Colérico: a la serie de Espadas, a los Signos de Géminis, Libra y Acuario, a los Planetas Saturno y Mercurio. El Elemento Fuego corresponde al Temperamento Sanguíneo: a la serie de Bastos, a los Signos Aries, Leo y Sagitario; al Sol y a Júpiter.    De consiguiente, si se quiere clasificar los asuntos del mundo y los fenómenos en términos de los cuatro elementos, se verá su correspondencia inmediata con el Tarot y la Astrología. Ahora bien: en el método científico, la clasificación es el estadio que sigue inmediato a la observación. Una buena parte de la labor científica consiste en esas dos operaciones; en efecto, para la ciencia ordinaria, representan toda su actividad. Si fuese como quisieran hacérnoslo creer algunas cientistas, la ciencia no sería más que una compilación de fenómenos naturales. Pero el sabio imaginativo, único que merece el nombre de investigador, hace uso de la imaginación, no para poner en orden las cosas, sino más bien para comprender sus relaciones.    Del cientista imaginativo, que percibe, al cientista filósofo, que interpreta, no hay más que un paso: y del cientista filósofo que interpreta en términos de causalidad, al sabio ocultista que lo hace en términos de objeto, uniendo así ciencia y ética, hay sólo un paso más allá. La tragedia de la Ciencia Esotérica consiste en que sus defensores casi siempre han estado insuficientemente pertrechados en el plano de Malkuth y, de consiguiente, incapacitados de agregar sus resultados a los obtenidos antes que ellos por los investigadores en otros dominios. Mientras nos aferremos a ellos, nuestra suerte inevitable no cesará de ser una filosofía insegura o afirmaciones en apariencias gratuitas. La Ciencia Esotérica debe observar la regla que rige la carrera de botes: es necesario que cada operación mágica haga la vuelta a la boya asignada a Malkuth, para que pueda vanagloriarse de un éxito completo.

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